miércoles, 13 de octubre de 2010

Doce argumentos para decir no al matrimonio homosexual

Partiendo de un exquisito respeto a la persona homosexual, hay muchas razones por las que una sociedad responsable no puede equiparar sus relaciones a las del matrimonio.
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Los homosexuales, actualmente, ya se pueden casar en cualquier país

Los homosexuales pueden casarse igual que cualquier otro, con los mismos derechos y obligaciones que los heterosexuales. Es decir, sólo con otra persona y sólo del sexo opuesto y que tenga cierta edad y dé su consentimiento. Que un homosexual se queje de discriminación porque no le dejan casarse con alguien del mismo sexo es como si un polígamo se queja de discriminación porque no le dejan casarse con varias mujeres, o un pederasta con un niño, o un secuestrador con su secuestrada (en muchos países aún se practica el secuestro de mujeres para casarse). No hay discriminación con ninguno: la ley es igual para todos y la sociedad tiene un modelo de matrimonio que ha demostrado su eficacia durante siglos.

Casar homosexuales es un experimento social inédito

Casar personas del mismo sexo es un experimento social que nunca antes se ha intentado. Ninguna civilización ha practicado jamás el matrimonio homosexual. Incluso sociedades que permitían la homosexualidad y hasta la fomentaban en ciertas edades y clases sociales, como los griegos antiguos, entendían claramente el matrimonio como la unión estable entre un hombre y una mujer abiertos a tener hijos. Una cosa eran las prácticas sexuales de los ciudadanos y otra muy distinta la familia y la generación/educación de hijos. La homosexualidad ha adoptado muchas formas en distintas sociedades, pero nunca se le ha relacionado con el matrimonio. Experimentar con la sociedad es irresponsable y peligroso. Como dice la prudencia popular, los experimentos, mejor en casa y con gaseosa.

Sólo un hombre con una mujer generan niños y los crían de forma idónea

El matrimonio es un status especial que la sociedad reconoce a la unión comprometida entre un hombre y una mujer por una razón: porque su relación corporal es la única capaz de generar nuevos miembros de la especie humana y porque su relación interpersonal es la idónea para criarlos, protegerlos y educarlos. Este servicio es tan importante y benéfico para la sociedad que merece protección legal. Por el contrario, ningún acto corporal entre homosexuales puede generar nuevos seres humanos, y tampoco dos personas del mismo sexo son idóneas para la cría y educación de los niños, que carecerían de referente paterno/masculino (si son dos lesbianas) o materno/femenino (si son dos homosexuales). Son los homosexuales los que deben cargar con el peso de la prueba y demostrar que pueden cumplir las mismas funciones que el matrimonio.

Para evitar abusos contra/entre homosexuales o desamparo legal no hace falta aprobar el matrimonio homosexual

Casi todos los beneficios de un matrimonio a nivel de herencias, transmisión de bienes, propiedades compartidas, etc... pueden regularlo dos (o más) personas con acuerdos legales ante notario, independientemente de que tengan relaciones sexuales. De hecho, las pocas parejas homosexuales realmente interesadas en estos temas ya han establecido acuerdos así ante notario. Es de destacar que en el contrato matrimonial hay limitaciones, por ejemplo, los cónyuges se comprometen a ser fieles el uno al otro y a la ayuda mutua; en cambio, dos (o más) homosexuales o un grupo de amigos que viven juntos pueden, ante notario, regular muchas de las ventajas del matrimonio sin comprometerse ni a fidelidad ni a ayuda mutua.

Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con las personas que viven juntas sin relaciones sexuales

Dos ancianas que viven juntas, tres hermanos en una casa, cuatro amigos que comparten piso desde hace seis años... Tienen una relación con afectividad, compromiso y convivencia, igual que puedan tener dos homosexuales. Sin embargo, se ven privadas de las ventajas legales del matrimonio gay porque no practican sexo entre ellos. El matrimonio gay en realidad premia a los practicantes de cierto tipo de sexo, privilegiándoles sobre otras convivencias afectivas y estables. Es evidente la diferencia con el matrimonio verdadero, que premia la complementariedad hombremujer estable y abierta a la generación y crianza de los hijos.

Legalizar el matrimonio homosexual establece un agravio comparativo con los polígamos... y con cualquier otra combinación numérica

Al contrario que el matrimonio homosexual, que nunca ha sido aceptado por ninguna civilización, la poligamia tiene una larga tradición en numerosos países y sociedades, incluso en nuestros días. Si casamos a dos hombres, ¿con qué argumentos impediremos a nuestros ciudadanos islámicos o de origen subsahariano que no se casen con dos o más mujeres? ¿Puede un emigrante pedir por reagrupación familiar que vengan sus tres esposas? Al menos, las uniones polígamas tradicionales tienen hijos y suelen ser estables, lo cual es un bien social. ¿Con qué argumento los defensores del matrimonio gay lo impedirían? Después de todo, “si se quieren...”

Pero lo cierto es que en los ambientes homosexuales lo que ya se pide es la aprobación de la poligamia bisexual. Un famoso escritor lo ejemplificaba en un número de la revista homosexualista Zero: un amigo suyo está casado con una mujer, madre de sus hijos, y la quiere; pero es homosexual, y tiene una relación con un hombre. ¿Por qué esconderlo? ¿Por qué no casarse todos entre ellos? Así, los niños tendrían dos papás, que siempre es mejor que uno. Cuando el matrimonio deja de ser lo que naturalmente se ve (un hombre y una mujer unidos en un acto de amor que puede generar nuevas vidas –el coito natural está diseñado para uno con una, nadie más–, entonces puede redefinirse para ser cualquier cosa. Una palabra que sirve para todo ya no sirve para nada.

Legalizar el matrimonio gay debilita la fortaleza del matrimonio natural, igual que la moneda falsa debilita la moneda verdadera

Muchas personas piensan que no les afecta en nada que los homosexuales se casen. Es lo mismo que pensar: “no me afecta en nada que haya gente que haga circular falsos billetes de 100 euros, yo soy honrado y no los usaría, de hecho casi nunca veo billetes de 100 euros”. Sin embargo, es evidente que la circulación de moneda falsa nos afecta a todos, porque se pierde confianza en esa moneda, la gente la usa con reticencias, prefiere usar otras monedas (dólares, por ejemplo) o no comerciar o no aceptar ciertos billetes y al final la economía de todos se resiente porque todo es más costoso. Lo mismo pasa cuando se hace circular un matrimonio falso como si fuese matrimonio real.

En los países nórdicos, donde el matrimonio entre homosexuales hace años que existe, la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio. Al aprobar el matrimonio homosexual se da el mensaje a la sociedad de que en realidad casarse no significa nada (mensaje reforzado en cualquier país donde exista el divorcio). Como consecuencia la gente no se casa y su compromiso (de pareja y a menudo social) es débil. Igual que la moneda falsa crea desconfianza en el sistema económico, el matrimonio falso crea desconfianza en el compromiso interpersonal y social. Una sociedad basada en la desconfianza, la desvinculación y la falta de compromiso nunca funcionará tan bien como una basada en familias fuertes, comprometidas de por vida por el bienestar de los cónyuges, hijos y parientes.

En realidad, pocos homosexuales se casan; el objetivo del movimiento gay es destruir el matrimonio heterosexual

Lo han reconocido muchas veces los líderes homosexuales en España y en el resto del mundo. En realidad muy pocos de ellos quieren “casarse”. Pero el movimiento del homosexualismo político se vuelca en la exigencia del matrimonio para cambiar la sociedad y eliminar una institución (el matrimonio monógamo y de por vida) en la que no creen.

“Luchar por el matrimonio del mismo sexo y sus beneficios y entonces, una vez garantizado, redefinir la institución del matrimonio completamente, pedir el derecho de casarse no como una forma de adherirse a los códigos morales de la sociedad sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica. [...] La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas [...] es transformar por completo la noción de familia” [Michael Signorile, activista homosexual y escritor, citado en Crisis Magazine, 8 de enero de 2004]

El activismo homosexual no quiere formar “familias como las demás”. Más bien, quiere llegar a que todas las familias sean como las suyas, para lo cual la clave es desmontar concepto arcaicos y caducos como fidelidad, monogamia, compromiso, fecundidad, paternidad/maternidad, etc...

Legalizar el matrimonio homosexual significa legalizar la entrega de niños a homosexuales

Hay gente que dice “yo veo bien que los gays se casen pero no que adopten niños”. Es un error pensar que se va a legalizar el matrimonio sin la adopión: si se legaliza el matrimonio incluirá siempre la adopción. Quien apoye una cosa estará apoyando, quiera o no, la otra. Aunque algunas lesbianas tienen hijos de anteriores relaciones o los han buscado (mediante inseminación artificial o con la cooperación de un hombre) la adopción se plantea para que los homosexuales que, obviamente, no tienen niños, accedan a la educación de niños que, obviamente, eran de parejas heterosexuales.

La adopción de homosexuales tiene diversas desventajas para la sociedad que la permita, empezando por que la escasez de niños hace que se traigan de China, Rusia y otros países... que no van a dar niños a países donde los homosexuales adopten. Así, el deseo de una minoría ínfima va a dificultar a miles de matrimonios que quieren adoptar. Pero el punto clave es que un niño tiene derecho a un padre y una madre, derecho conculcado si se le entrega a dos hombres o a dos mujeres.

El debate
Matrimonio gay en Uruguay ¿sí o no?

Sanguinetti: "Este es un tema de derechos civiles". Lacalle: "Una familia es un hombre y una mujer".

Julio María Sanguinetti

En la madrugada del jueves 15 de julio, Argentina se convirtió en el primer país de América en permitir el matrimonio gay. La resolución parlamentaria generó repercusión mundial. Y Uruguay, donde el debate sobre la unión concubinaria en la pasada legislatura, que comprendía a parejas del mismo sexo, también generó ríspidas discusiones antes de su aprobación, no fue la excepción. El colorado Julio María Sanguinetti y el nacionalista Luis Alberto Lacalle, abogados ambos, ex presidentes ambos, figuras centrales de sus partidos ambos, le respondieron a Domingo las mismas preguntas. El primero de ellos está a favor, se basa en el respeto a los "derechos individuales" y se excusa de opinar sobre una posible adopción. El segundo está en contra y apela a la definición de familia existente en el Código Civil, "la institución principal de la sociedad".

julio maría sanguinetti

-En Argentina, se aprobó en el Congreso el matrimonio homosexual. ¿Estaría de acuerdo con esa medida en Uruguay?

-Estaría de acuerdo, como lo estuve cuando voté la norma legal uruguaya sobre unión concubinaria. En el caso gay lo veo como un tema de derechos individuales. No estamos ante un capricho, simplemente se reconocería una situación que se da en la vida. Siempre existió, solo que antes era clandestina y pecaminosa, fuente de infortunios. Ahora, el mundo contemporáneo ha reconocido esa realidad y nada impide buscar su legalización. Es más, vivimos un mundo de debilitamiento institucional. ¿No es mejor que existan quienes quieren asumir derechos y obligaciones?

-¿La familia como institución quedaría afectada por una iniciativa de este tipo?

-La familia como institución se refuerza. Se debilita cuando existe el hecho por fuera de la ley, como ocurre actualmente. Si esta situación se legaliza, es porque se reconoce el valor de la institucionalidad. No son gente que quiera eludir sino, por el contrario, construir una relación estable, una pareja estable.

-Por el contrario, ¿no considera que esta medida derribaría otro muro de discriminación?

-Por supuesto que se supera una discriminación. Es una opción individual que debe respetarse.

-¿Haría falta una nueva figura jurídica exclusiva para estas parejas?

-Siempre es preferible legalizar, porque es el modo de definir adecuadamente derechos y obligaciones y que la situación no quede librada simplemente a los hechos. Mucha gente, equivocadamente, lo toma como si esto fuera una obligación y es lo opuesto, simplemente se trata de no cercenar un derecho. Tampoco es un tema de libertad religiosa sino de derechos civiles.

-En el otro elemento que generó polémica sobre esta ley argentina, ¿cuál es su postura sobre la adopción por parte de parejas del mismo sexo?

-La adopción es algo más discutible. Sobre este aspecto no tengo aún una opinión definitiva.
Luis Alberto Lacalle

-En Argentina, se aprobó en el Congreso el matrimonio homosexual. ¿Estaría de acuerdo con esa medida en Uruguay?

-El Estado no debe inmiscuirse en las costumbres de las personas. El Estado no debe entrar al dormitorio. Cada uno hace de su vida privada lo que quiere. Ese es nuestro concepto de la libertad individual. Segundo, el matrimonio es algo más que un contrato; es una institución definida por el Código Civil como la unión de varón y mujer para formar una familia, que es la institución principal de la sociedad, cuyo principal objeto es la procreación. Por lo tanto, la palabra matrimonio tiene un contenido que solo puede definirse entre varón y mujer.

-¿La familia como institución quedaría afectada por una iniciativa de este tipo?

-Por supuesto, porque no se debe confundir matrimonio con cualquier tipo de unión entre personas del mismo sexo.

-Por el contrario, ¿no considera que esta medida derribaría otro muro de discriminación?

-No se trata de discriminación, sino simplemente el cumplimiento de las leyes. En este caso se innovaría legislando sobre otra forma de asociación entre personas de un mismo sexo, pero que no es matrimonio ni puede serlo.

-¿Haría falta una nueva figura jurídica exclusiva para estas parejas?

-Si hay ambiente en los señores legisladores y lo proponen, entonces lo analizaremos. Nosotros no somos contrarios a lo que podría definirse como contratos de pareja, porque está dentro de las libertades de los seres humanos y no siempre tiene que tener, cuando se trata de parejas del mismo sexo, connotaciones sexuales. Pueden ser amigos, gente que se ha jubilado y vive junta, dos maestros, dos maestras y quieren dejarse las pensiones, dejarse los bienes, y estamos dispuestos a legislar lo que se llamaría contrato de amistad… habría que ponerle el nombre, pero es un contrato de pareja que puede ser de personas del mismo sexo. Repito: no entramos en las consideraciones del aspecto sexual. Puede ser la manera de generarse derechos respectivamente, jubilatorios, pensionarios o dejarse los bienes.

-En el otro elemento que generó polémica, ¿cuál es su postura sobre la adopción por parte de parejas del mismo sexo?

-No aceptamos que quienes estén unidos por este tipo de eventual contrato de pareja puedan adoptar. Porque la adopción es para darle un hogar a quien no lo tiene, y un hogar es una familia, y una familia es un hombre y una mujer. Hoy hay más de 4.000 niños que quieren ser adoptados, los trámites son muy difíciles y hay que facilitar la adopción. Pero nunca a estas personas unidas por un contrato de pareja del mismo sexo, porque hay que defender los derechos humanos del niño. Y el niño, pequeñito, ¿quién defiende sus derechos? Que mañana se van a ver afectados por una situación distinta, que puede provocar, psicológicamente, dificultades.
(Domingo 25.07.2010, 17:22 hs l Montevideo, Uruguay)

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